El tomate y el licopeno
El licopeno es un pigmento vegetal, que aporta el color rojo característico a los tomates, sandías y en menor cantidad a otras frutas y verduras.
En la dieta mediterránea ingerimos el licopeno a partir sobre todo del tomate y sus derivados (salsas, tomate frito, ketchup, pizzas) y la sandía.
A más maduro el tomate, más licopeno, pudiendo presentar grandes variaciones según la variedad, condiciones del cultivo como el tipo de suelo y clima, el almacenamiento…
De media la cantidad de licopeno en los tomates de ensalada está alrededor de 3000µg/100g, mientras que en los de “tipo pera” superán más de diez veces esa cifra.
Aunque suene raro, el contenido de licopeno es menor en los tomates de invernadero, que en los tomates producidos al aire libre. Pero el contenido de licopeno es menor en frutos que se recolectan verdes y maduran en almacén en comparación con los frutos madurados en la planta.
La facilidad con la que el organismo adquiere el licopeno, cambia según la manera en la que lo comemos.
Cuando se toma con aceite se facilita su absorción, así como cuando se calienta, debido a que el licopeno se absorbe mejor a través de las grasas y aceites por su liposolubilidad y que con temperaturas altas se rompen las paredes celulares del fruto, que son las que dificultan la absorción del licopeno.