Comer fruta para prevenir un infarto
Hasta la fecha se pensaba que contra los genes no se podía luchar, pero un grupo de científicos de las universidades canadienses de McMaster y McGill ha descubierto que sí es posible modificar la influencia de algunos genes. En concreto se refieren a una mutación genética en el cromosoma 9p21 que determina la probabilidad de padecer una enfermedad cardiovascular, como es el infarto de miocardio.
Basta con llevar una dieta rica en fruta y verdura para evitar ese infarto de miocardio que estaba ‘escrito en los genes’.
Según Jamie Engert, principal autor de esta investigación, publicada en la revista ‘PLoS Medicine’, la “historia familiar es, por tanto, un factor de riesgo independiente de este tipo de eventos, incluyendo el infarto de miocardio, que es una de las principales causas de mortalidad en el mundo”.
Aparte de esta influencia genética, también influyen aspectos externos como la dieta, la actividad física y el consumo de alcohol y tabaco.
Los resultados
Este estudio es uno de los más importantes, habiendo analizado a más de 27.000 individuos de cinco razas diferentes que habían participado en el estudio internacional INTERHEART (que analiza el impacto de los factores de riesgo cardiovascular en las distintas partes del mundo) y en otro prospectivo llamado FINRISK.
Lo primero que hicieron fue confirmar la asociación del gen 9p21 con la enfermedad cardiovascular, para después, examinar cómo afectaba la dieta en el gen. Para ello, se dividió a los participantes en 4 grupos de menor a mayor riesgo genético y en cada grupo se aplicaron 3 tipos diferentes de dietas (baja en fruta y verdura, moderada en fruta y verdura y rica en dichos alimentos).
“Los individuos con alto riesgo genético que consumían una dieta rica en frutas y verduras tenían más o menos las mismas probabilidades de sufrir un infarto que aquellos con bajo riesgo genético”, explican los autores de la investigación.
Los que tenían una mutación en el cromosoma 9p21 y seguían una dieta pobre estaban predispuestos un 30% más a un episodio cardiaco. Con la dieta moderada, un 17%, y con una buena dieta, sólo un 2% por encima de aquellos sin riesgo genético (sin mutación).
José Ordovás, director del laboratorio de Nutrición y Genómica del USDA-Human Nutrition Research Center on Aging de la Universidad de Tufts (EEUU), explica que “cuando la dieta es la adecuada, la mutación se mantiene ‘apagada’, pero si una persona con riesgo genético se alimenta incorrectamente, fuma, bebe o es inactivo físicamente, entonces, su riesgo cardiovascular despierta y se multiplica”.
Ordovás quiere remarcar la importancia que presenta la dieta en el desarrollo de ciertas enfermedades. “Este trabajo demuestra cómo siguiendo una simple dieta rica en frutas y verduras, se puede cancelar el efecto genético”.
Esta relación se está estudiando en otras enfermedades como el cáncer, la obesidad, y enfermedades crónicas como la osteoporosis. Ordovás comenta que “estamos prestando atención a las enfermedades neurológicas, investigando cómo disminuir, por ejemplo la demencia o el Alzheimer, a través de la dieta”, que está realizando un estudio con 50.000 personas para observar cómo interactúan los genes con la dieta y con otros genes.