El 40 por ciento de los no fumadores que desarrollan un cáncer de pulmón presentan una mutación en el gen EGFR
El 40 por ciento de los no fumadores que desarrollan un cáncer de pulmón presentan una mutación en el gen EGFR, que mejora la eficacia del tratamiento con Erlotinib, comercializado como “Tarceva” por Roche, frente al 3-4 por ciento de fumadores que cuentan con esta mutación.
Asi lo explicó el doctor Román Pérez Soler, jefe del Servicio de Oncología del Centro Médico Montefiore y de la Escuela de Medicina Albert Einstein, de Nueva York en el “Foro de Expertos sobre Cáncer de Pulmón con Mutación EGFR, una Entidad Distinta”, organizado por Roche Farma.
Según explicó el doctor Román, “aunque la cifra en fumadores pueda parecer pequeña, ésta supone muchas vidas que se benefician de la terapia dirigida, ya que hablamos de un tumor muy común. Asimismo, la mutación es más frecuente en mujeres, quizá porque hay menos cáncer ligado al tabaquismo en ellas, sobre todo en los países orientales”.
El EGFR es un receptor celular que desempeña un papel esencial en su desarrollo fisiológico. Existen distintos tipos de fármacos capaces de inhibir este receptor pero se ha observado que las moléculas pequeñas, inhibidores de la tirosinquinasa que pueden tomarse por vía oral, logran alcanzar eficazmente la célula tumoral y bloquear la función del receptor.
Según recordó el investigador español afincado en Estados Unidos, “fue sorprendente, comprobar cómo los pacientes mutados que recibían esta medicación conseguían una reducción tan importante del tamaño tumoral. A raíz de esto, varios grupos de investigadores de Boston analizaron tejidos de dichos pacientes y comprobaron que el mayor beneficio se encontraba en aquellos casos en los que había una mutación del EGFR”.
Se había descubierto, por tanto, que en las células de un carcinoma pulmonar había un talón de Aquiles, un punto débil sobre el cual se podía actuar. “Fue pura casualidad porque los fármacos se desarrollaron para bloquear el receptor normal y de pronto se vio que en este subgrupo con el gen mutado, Erlotinib reducía el tamaño del tumor hasta en un 70 por ciento de los pacientes, con desapariciones completas un 10-15 por ciento de los casos, aunque no fuera de forma definitiva”, subrayó el doctor Pérez Soler.
Se trata de un avance que según este experto debe valorarse a la luz de “los pobres resultados que tradicionalmente consigue la quimioterapia contra este tumor”.
No obstante, el doctor Pérez Soler señaló que “aunque la respuesta a este fármaco es muy alta, falta información relativa al impacto que su uso tendrá a largo plazo puesto que estos pacientes tienen ya la enfermedad avanzada y lo habitual es que el tumor acabe desarrollando mecanismos de resistencia que impiden la curación”.
“Por eso un objetivo realista es buscar cierta cronicidad en estos pacientes. Al final no se trata de erradicar todas las células tumorales sino de modular las vías de crecimiento que dichas células están utilizando. Así cuando busquen otra vía habrá que contar con otro fármaco capaz de bloquearla. Acabaremos intentando algo parecido a lo que se ha hecho con la infección del VIH, que no se puede curar pero sí tener bajo control”.
El análisis de la mutación podría permitir tratar a los pacientes avanzados con Erlotinib, pero, según este especialista, el siguiente paso es esperar los resultados de estudios del beneficio en pacientes recién operados.
“En estos casos la curación depende de la extensión de la enfermedad, puede ir del 40 al 80 por ciento según el estadio, pero muchos van a recaer al cabo del tiempo; por eso habrá que determinar qué puede aportar el fármaco usado en adyuvancia para así reducir las posibilidades de que el cáncer vuelva a aparecer. Ahí es donde probablemente podamos curar más pacientes”, explicó.
Puesto que todos los pacientes, mutados o no, consiguen beneficiarse del uso de Erlotinib podría parecer que no tiene sentido hacer la prueba que identifica la mutación. Sin embargo, el doctor Pérez Soler afirmó que ésta permite hacer un uso más inteligente de la secuencia de terapias disponibles y puso como ejemplo que “a un paciente recién diagnosticado que nunca fumó le haría la prueba, sin ninguna duda, porque en caso de tener la mutación podría plantearse tratarle con una terapia biológica y reservar la quimioterapia para más adelante”.
El análisis de mutaciones ha evolucionado en estos años y también su acceso en más centros. Actualmente se trabaja para ver si es posible detectar la alteración en suero. “En cualquier caso, es bueno que el oncólogo sepa que conviene tener más tejido tumoral para poder caracterizar mejor qué tipo de cáncer va a tratar”, añadió.
Fuente: Europapress.